7/1/17

Notas sobre el lupus [7-1-17]

Notas sobre el lupus

Hombres, mujeres y niños pueden sufrir de lupus, sin embargo, es más común en mujeres de edad reproductiva, es decir entre los 20 y los 40 años.


Hay varios tipos de lupus, el más conocido y frecuente es el lupus sistémico. Otros son: el lupus limitado a la piel, asociado con una erupción en la piel provocada por la exposición al sol; y el lupus inducido por medicamentos. A continuación, encontrarás información sobre lupus sistémico y los tratamientos disponibles.

El lupus sistémico es una enfermedad inflamatoria que puede afectar todo el cuerpo y puede manifestarse con síntomas leves o como una enfermedad severa. Su causa es desconocida, pero sabemos que el sistema inmunológico ataca los tejidos sanos del cuerpo por error, causando daños que pueden ser irreversibles. Existe un componente genético, ya que el riesgo a sufrir lupus puede heredarse de los padres y luego desarrollar la enfermedad al exponerse a algún estímulo que provoque su manifestación. Hombres, mujeres y niños pueden sufrir de lupus, sin embargo, es más común en mujeres de edad reproductiva, es decir entre los 20 y los 40 años.

La edad en la que la condición se manifiesta, el sexo del paciente y su nacionalidad tienen un impacto en la severidad de la misma. El lupus sistémico es más común entre los hispanos y los afrocaribeños, en comparación con los estadounidenses de ascendencia europea.

Los síntomas asociados a la enfermedad son muchos y variados, dependiendo de la severidad de la condición. Algunos de los más comunes incluyen: cansancio, fiebre de origen desconocido, artritis, erupciones en la piel y anormalidades en la sangre, como anemia y disminución en los glóbulos blancos y las plaquetas.

Las complicaciones más severas son las que involucran los órganos vitales, como la nefritis lúpica, asociada con daño al sistema de filtrado del riñón; la pneumonitis, que es causada por inflamación en los sacos de intercambio de oxígeno en el pulmón; la enfermedad cardíaca y el daño al sistema nervioso.

Tratamientos

Si bien la enfermedad no es curable, existen tratamientos que pueden ser efectivos en controlar los síntomas.

Una de las preguntas más frecuentes que mis pacientes me hacen es el efecto de la dieta en la condición; sin embargo, no hay evidencia concreta que sugiera que una dieta en particular puede ayudar a manejarla. Una dieta balanceada, baja en grasas saturadas y rica en alimentos que contengan alto contenido de antioxidantes, como las frutas y los vegetales, es aconsejable. También es importante manejar otras condiciones que pueden afectar el estado general de salud, como: la hipertensión, la enfermedad del corazón y la diabetes, entre otras.

La próxima intervención que no necesita de medicamentos, pero que es muy importante, es la prevención y las inmunizaciones contra la influenza y la pulmonía. Hay que tener cuidado con las vacunas vivas, como la de influenza intranasal y la de herpes, ya que están contraindicadas en pacientes que toman esteroides o medicamentos inmunosupresores.

La modificación en estilos de vida no saludables pueden tener un gran impacto en la salud general del paciente. Dejar de fumar, no consumir bebidas alcohólicas en exceso, mantener un peso saludable y tener una actitud proactiva es esencial. El ejercicio, dentro de las capacidades del paciente, ayuda al control del peso y brinda un sentido de bienestar general.

En lo que respecta a la terapia con medicamentos, hay algunos que deben ser parte de la terapia de los pacientes con lupus siempre que sea posible, independientemente de la severidad de la condición:

Los antimalariales, como el plaquenil, son los primeros que discutiremos. El hidroxicloroquin, mejor conocido como plaquenil, pertenece a este grupo de medicamentos, que se diseñó originalmente para tratar la malaria, descubriéndose casi por accidente su efecto en las enfermedades de origen inmunológico, como el lupus y la artritis reumatoide.

Los pacientes que toman antimalariales experimentan una mejoría en las erupciones asociadas al lupus y al dolor articular. Su uso  reduce la incidencia de eventos cardíacos y disminuye la producción de sustancias tóxicas, como el interferón alfa, que se asocia con muchos de los síntomas que experimentados. La prevención de exacerbaciones que son comunes a lo largo de la enfermedad, es otro beneficio del uso de los antimalariales. En general, se asocian con una mayor probabilidad de supervivencia a largo plazo.

Otros medicamentos utilizados para tratar el lupus son los glucocorticoides (cortisona).  Estos son, usualmente, la primera línea de acción cuando hay una exacerbación de lupus o una complicación seria, como involucramiento de un órgano vital. La dosis se ajusta de acuerdo a la gravedad de la exacerbación y puede variar desde altas dosis intravenosas a dosis de 5 a 60 mg por boca.

Esta clase de medicamentos está asociada a varios efectos adversos que pueden manifestarse desde el inicio de su uso.

Por esta razón, es común utilizar otros medicamentos concomitantemente, de manera que se pueda disminuir la dosis de glucocorticoides con más rapidez.

A pesar de los potenciales efectos secundarios, los glucocorticoides pueden salvar la vida de un paciente agudamente enfermo.

La próxima categoría de medicamentos son los inmunomoduladores: mycofenolato mofetyl, metotrexato, azatioprine y cyclophosfamide. Estos se utilizan comúnmente con glucocorticoides y antimalariales en pacientes con manifestaciones más serias de lupus y, en muchas ocasiones, sirven de ayuda para disminuir la dosis de glucocorticoides, en otras condiciones; medicamentos como rituximab y cyclophosphamide se utilizan en complicaciones pulmonares, inflamación de los riñones y vasculitis, condiciones que ponen en riesgo la vida del paciente.

Otros medicamentos son los inhibidores de angiotensina y los bloqueadores de receptores de angiotensina (enalapril y losartan, entre otros). Estos son comúnmente utilizados para tratar la hipertensión, pero tienen un efecto de protección en el riñón del paciente con lupus, disminuyendo el exceso de filtración de proteínas en pacientes que ya tienen enfermedad del riñón. Aun en ausencia de hipertensión, es aconsejable utilizar una dosis baja de uno de estos medicamentos, siempre que se pueda tolerar.

Por último, es importante discutir el uso del único medicamento biológico aprobado por la Administración de Drogas y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés): el belimumab.

Este medicamento es un anticuerpo que inhibe la actividad de un factor importante que activa los linfocitos B (Blys).

Esta sustancia, Blys, promueve la formación de cierto grupo de células que producen anticuerpos. Los anticuerpos son los que perpetúan los procesos de inflamación.

Belimumab se administra por vía intravenosa y debe utilizarse en pacientes que están recibiendo tratamiento con medicamentos para lupus y no se ha aprobado su uso para tratar manifestaciones severas como involucramiento del riñón o del sistema nervioso central.

Al momento, su uso va dirigido a asistir al manejo de condiciones no severas que no responden a la terapia convencional y para ayudar con síntomas de dolor musculoesqueletal.

Finalizo con una nota de advertencia: todos estos medicamentos deben utilizarse bajo la supervisión de un reumatólogo que pueda anticipar y manejar los posibles efectos secundarios.
 

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